Me siento bastante hereje estos días, así que voy a explotarlo al máximo. Antes que nada, voy a decir que creo en Dios, o como quiera usted llamar a esa "energía primigénea y eterna que mueve a todas las cosas en el universo", porque se me hace difícil creer que la materia fue creada de la nada. Porque se me hace difícil pensar en que la energía, científicamente hablando, no tenga una suerte de "empuje" que le permita hacer todas las reacciones a nivel molecular que mantienen en movimiento a todos los seres. Y creo que ilustra todo esto que digo cierta cita de cierto astrónomo (científico) alemán llamado
William Herschel que dice "Cuanto más se amplía el campo de la ciencia, tanto más numerosas e irrevocables llegan a ser las demostraciones de la existencia eterna de una inteligencia creadora".
Creo en Dios, pero no en la Iglesia.
Y yo me pregunto, ¿no es cierto que la filosofía (y por lo tanto el avance en el conocimiento tanto epistemológico como científico) se ha desarrollado cuando la influencia de una institución religiosa ha sido poca o nula? Y me atrevo a responder afirmativamente.
Los atenienses del
Siglo de Pericles, también conocida como Grecia Clásica, con sus defectos, desarrollaron una muy fuerte corriente filosófica y una serie de conocimientos que lamentablemente se perdieron en gran parte con el incendio de la biblioteca de Alejandría. Esto sucedió antes de Cristo. Sucede que esta sociedad se caracterizó por el cuestionamiento de lo establecido, es decir, los filósofos griegos se cuestionaron de todo, incluso la existencia de sus propios dioses.

Con el establecimiento del Catolicismo y de su Iglesia sucedió algo que marcó a Occidente durante siglos: se perdió gran parte del conocimiento adquirido en épocas anteriores, no solo no se avanzó, sino que se retrocedió en muchos aspectos.
La figura era más o menos así: el campesino pertenece a la tierra a la que nace, ésta pertenece a un señor local, por lo tanto, los campesinos pertenecen al señor local; los señores locales se pertenecen unos a otros, en diferentes grados, hasta llegar al Rey, a quienes todos, en teoría, pertenecen; el Rey le pertenece a la Iglesia, que lo legitima dándole el status de "elegido por Dios", solo la Iglesia puede hacerlo porque ellos son "los representantes de Dios sobre la Tierra". Es decir, libertad nula.
Quien se atrevía a cuestionar este orden era acusado de hereje, torturado, obligado a retractarse y en el peor de los casos quemado públicamente en la hoguera. Digno de cualquier régimen totalitario que se respete, ¿no?

Mi punto es que desde el establecimiento del Catolicismo la gente dejó de cuestionarse el mundo que le rodeaba. La Iglesia Católica se encargó de decirle a la gente qué debía pensar y claro, la gente era tan miserable que creer en un mesías totalmente maquillado y fabricado por una institución daba, al menos, cierta esperanza. Estoy seguro de que Jesús de Nazaret fue un hombre muy importante, un revolucionario y, efectivamente, un iluminado, pero el Jesús de la Iglesia Católica es, sencillamente, una imágen publicitaria. Y la gente no se cuestionaba porque, sencillamente, no podía, y la Iglesia Católica supo jugar muy bien con el miedo y la culpa, así como lo hizo Stalin con los detractores del régimen.
Es curioso que, siglos después, Europa experimentara un empuje y una reactivación del conocimiento y de la filosofía a partir de enfrentamientos con la Iglesia. Sencillamente hay que observar bien el caso de Galileo, como caso emblemático de estos conflictos entre el conocimiento científico y el dogma católico, pero esto me lo guardo para una próxima entrada.
(Imágenes gracias a
Indymedia y
Alt1040)